Las nuevas paredes
Hace más de treinta años, compramos la casa en la que vivimos. La nuestra tiene una sala familiar muy grande que tenÃa paredes de madera. La madera era hermosa, fuerte, de fresno, y de color oscuro.
Las mujeres del barrio tienen un club de lectura. Ellas se reúnen el segundo lunes de cada mes para discutir sobre un libro. Ellas pasan unos minutos discutiendo sobre el libro y unas horas discutiendo sobre el chisme del barrio mientras toman vino y comen bocados. Las mujeres del barrio piensan que la madera es el estilo del pasado. Ellas prefieren colores claros. Mi esposa está de acuerdo. También, a mi esposa, no le gusta el color oscuro. Por eso, ella me pidió una opinión. Le dije que preferÃa la madera, pero esta respuesta no fue la respuesta que mi esposa quiso oÃr. Ya mi esposa ha decidido cambiar las paredes. No sabÃa que necesitaba mentir y decir que me gustarÃa cambiar el color. Infortunadamente, dije la verdad. Fue obvio, que necesité cerrar la boca. Perdà la discusión.
Mi esposa llamó a unos obreros y recibió unas cotizaciones. El señor Jorge Jimenez trabajó dos veces para nosotros y esta vez su precio era menos que la mitad del precio más bajo. Siempre hemos estado satisfechos con su trabajo asà que mi esposa hizo un trato con el Señor Jimenez.
El primer dÃa de trabajo, el Señor Jimenez quitó la madera y la moldura, de las paredes. Él trabajó solo excepto dos veces. Ese dÃa sus dos hijas le ayudaron a cargar el remolque. La niña mayor se llama Alexia y tiene diecisiete años y asiste al undécimo grado. La niña menor se llama Anaid y tiene trece años y asiste al séptimo grado. Las niñas son totalmente bilingües. Cuando ellas hablaron con su padre, hablaron en español. Cuando una de las niñas habló con su hermana, habló en ingles. La niña mayor aprendió el ingles primero, y luego el español. La niña menor aprendió ambos idiomas al mismo tiempo. Yo deberÃa haber comenzado a aprender el español cuando era joven.
El segundo dÃa de trabajo, el señor Jimenez usó cortinas de plástico para proteger el resto de la casa del polvo de yeso y también cubrió los muebles y la alfombra. Él mostró mucho cuidado. Después de poner el plástico, él salió y volvió con el yeso. TodavÃa trabajando solo, él cargó todas las planchas de yeso y las instaló. Él trabajaba rápido. TenÃa un cuchillo, una cinta métrica, y una escuadra. Los usó para hacer que el yeso cupiera. TenÃa un taladro y un martillo. Usó el taladro para poner los tornillos. Usó el martillo para golpear los tornillos que entraron torcidos a la pared.
El tercer dÃa de trabajo, el señor Jimenez continuó instalando yeso en las paredes. Cuando terminó con poner el yeso en las paredes, con tornillos, él enyesó los espacios entre las planchas y también sobre los tornillos, usando enlucido.
El cuarto dÃa, él lijó el enlucido. El señor Jimenez solo trabajó pocas horas ese dÃa, porque es mejor si el enlucido tiene bastante tiempo para secar.
El quinto dÃa, él pintó el cuarto dos veces. Él necesitó un poco de ayuda de su hijo mayor, Axel, quien es un joven de aproximadamente veinte años. Ellos levantaron la repisa de la chimenea y el señor Jimenez la instaló. Durante la semana, él hizo este trabajo con un poco de ayuda de sus tres hijos. Él quitó las cortinas de plástico, aspiró, y limpió el área después de trabajar. Él terminó de trabajar pero habÃa aún más trabajo. No habÃa moldura. El color de los tomacorrientes era marrón y los tomacorrientes no tenÃan tapas. QuerÃamos que estos fueron marfiles. Por supuesto, le pregunté al señor Jimenez sobre estos asuntos. El señor Jimenez me contestó que el trato no incluÃa estas cosas. También, él me dijo que mi esposa le habÃa dicho que yo harÃa estas cosas y por eso, el precio era bajo. Sentà dos cosas. Estaba feliz por pagar menos y estaba sorprendido porque necesitarÃa trabajar. Hablé con mi esposa y ella confirmó que el señor Jimenez me dijo la verdad. Por primera vez ella me dijo que necesitarÃa trabajar. Prefiero ver lo bueno en lugar de lo malo. Por lo tanto, pensé que esto iba a darme una oportunidad para usar mis herramientas y ahorrar dinero. No querÃa pensar en la tarea que mi esposa me dio.
El señor Jimenez estaba sorprendido de que no sabÃa nada de esto. Sin embargo, este era el trato entre él y mi esposa. Tengo un voto pero mi voto no cuenta. Yo era sólo la cartera. Estábamos satisfechos con su trabajo asà que lo pagamos y él se fue.
El próximo dÃa, empecé a trabajar. En este cuarto, tenemos seis tomacorrientes y un interruptor. Fui a la ferreterÃa y compré estos del color marfil. Regresé a casa y empecé a instalarlos. Los alambres no cabÃan en estos tomacorrientes. Aunque el disyuntor lleva quince amperios, los alambres son de calibre doce en lugar de calibre catorce lo cual es normal para un circuito de quince amperios. Fui a la ferreterÃa y los devolvÃ. Compré los de viente amperios y estuve sorprendido que estos costaron tres veces más que los otros. Infortunadamente, la ferreterÃa tenÃa un tomacorriente menos de los que necesitaba. Los instalé sin otros problemas. Afortunadamente, ya tenÃa suficientes tapas marfiles. Unos dÃas después, compré otro tomacorriente marfil que necesité y lo instalé.
Fui a otra ferreterÃa para comprar la moldura y el tinte. La ferreterÃa más cercana es pequeña y no tiene madera. Mi esposa puede teñir y pintar muy bien. Yo no lo puedo hacer bien. Cuando pinto, pongo más pintura en mi mismo y otras ubicaciones que en el objeto. Puedo estar de carpintero, plomero, electricista, y muchas otras cosas, pero no puedo estar de pintor. Mi esposa tiñó las piezas de moldura. Después de unos dÃas, la moldura secó. Medà con cuidado y usé mi sierra de ingletes para cortar correctamente la moldura. Hubo veintiún uniones a inglete. Usé mi compresor y mi martillo neumático para clavarlas a las paredes. ¡Todo está bien y todavÃa tengo diez dedos!
Yo tuve unos dÃas de paz. Mi esposa ha estado pensando sobre algunos cuadros y donde colgarlos. De nuevo, recibà tarea y una oportunidad de usar herramientas diferentes. Usé mi nivel de láser para colgar los cuadros en ubicaciones exactas asà como mi esposa mandó. Han pasado unos dÃas. Pienso que mi esposa está feliz. Es bueno, porque si la mujer no está feliz, nadie está feliz. Sin embargo, me gustaban los paneles de madera.
Tal vez, mi trabajo nunca va a terminar. Mi esposa ordenó del Internet persianas nuevas. Las instalé. Estoy esperando recibir mi próximo trabajo.