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Historia 0007 - Las nuevas paredes

Las nuevas paredes


Hace más de treinta años, compramos la casa en la que vivimos. La nuestra tiene una sala familiar muy grande que tenía paredes de madera. La madera era hermosa, fuerte, de fresno, y de color oscuro.


Las mujeres del barrio tienen un club de lectura. Ellas se reúnen el segundo lunes de cada mes para discutir sobre un libro. Ellas pasan unos minutos discutiendo sobre el libro y unas horas discutiendo sobre el chisme del barrio mientras toman vino y comen bocados. Las mujeres del barrio piensan que la madera es el estilo del pasado. Ellas prefieren colores claros. Mi esposa está de acuerdo. También, a mi esposa, no le gusta el color oscuro. Por eso, ella me pidió una opinión. Le dije que prefería la madera, pero esta respuesta no fue la respuesta que mi esposa quiso oír. Ya mi esposa ha decidido cambiar las paredes. No sabía que necesitaba mentir y decir que me gustaría cambiar el color. Infortunadamente, dije la verdad. Fue obvio, que necesité cerrar la boca. Perdí la discusión.


Mi esposa llamó a unos obreros y recibió unas cotizaciones. El señor Jorge Jimenez trabajó dos veces para nosotros y esta vez su precio era menos que la mitad del precio más bajo. Siempre hemos estado satisfechos con su trabajo así que mi esposa hizo un trato con el Señor Jimenez.


El primer día de trabajo, el Señor Jimenez quitó la madera y la moldura, de las paredes. Él trabajó solo excepto dos veces. Ese día sus dos hijas le ayudaron a cargar el remolque. La niña mayor se llama Alexia y tiene diecisiete años y asiste al undécimo grado. La niña menor se llama Anaid y tiene trece años y asiste al séptimo grado. Las niñas son totalmente bilingües. Cuando ellas hablaron con su padre, hablaron en español. Cuando una de las niñas habló con su hermana, habló en ingles. La niña mayor aprendió el ingles primero, y luego el español. La niña menor aprendió ambos idiomas al mismo tiempo. Yo debería haber comenzado a aprender el español cuando era joven.


El segundo día de trabajo, el señor Jimenez usó cortinas de plástico para proteger el resto de la casa del polvo de yeso y también cubrió los muebles y la alfombra. Él mostró mucho cuidado. Después de poner el plástico, él salió y volvió con el yeso. Todavía trabajando solo, él cargó todas las planchas de yeso y las instaló. Él trabajaba rápido. Tenía un cuchillo, una cinta métrica, y una escuadra. Los usó para hacer que el yeso cupiera. Tenía un taladro y un martillo. Usó el taladro para poner los tornillos. Usó el martillo para golpear los tornillos que entraron torcidos a la pared.


El tercer día de trabajo, el señor Jimenez continuó instalando yeso en las paredes. Cuando terminó con poner el yeso en las paredes, con tornillos, él enyesó los espacios entre las planchas y también sobre los tornillos, usando enlucido.


El cuarto día, él lijó el enlucido. El señor Jimenez solo trabajó pocas horas ese día, porque es mejor si el enlucido tiene bastante tiempo para secar.


El quinto día, él pintó el cuarto dos veces. Él necesitó un poco de ayuda de su hijo mayor, Axel, quien es un joven de aproximadamente veinte años. Ellos levantaron la repisa de la chimenea y el señor Jimenez la instaló. Durante la semana, él hizo este trabajo con un poco de ayuda de sus tres hijos. Él quitó las cortinas de plástico, aspiró, y limpió el área después de trabajar. Él terminó de trabajar pero había aún más trabajo. No había moldura. El color de los tomacorrientes era marrón y los tomacorrientes no tenían tapas. Queríamos que estos fueron marfiles. Por supuesto, le pregunté al señor Jimenez sobre estos asuntos. El señor Jimenez me contestó que el trato no incluía estas cosas. También, él me dijo que mi esposa le había dicho que yo haría estas cosas y por eso, el precio era bajo. Sentí dos cosas. Estaba feliz por pagar menos y estaba sorprendido porque necesitaría trabajar. Hablé con mi esposa y ella confirmó que el señor Jimenez me dijo la verdad. Por primera vez ella me dijo que necesitaría trabajar. Prefiero ver lo bueno en lugar de lo malo. Por lo tanto, pensé que esto iba a darme una oportunidad para usar mis herramientas y ahorrar dinero. No quería pensar en la tarea que mi esposa me dio.


El señor Jimenez estaba sorprendido de que no sabía nada de esto. Sin embargo, este era el trato entre él y mi esposa. Tengo un voto pero mi voto no cuenta. Yo era sólo la cartera. Estábamos satisfechos con su trabajo así que lo pagamos y él se fue.


El próximo día, empecé a trabajar. En este cuarto, tenemos seis tomacorrientes y un interruptor. Fui a la ferretería y compré estos del color marfil. Regresé a casa y empecé a instalarlos. Los alambres no cabían en estos tomacorrientes. Aunque el disyuntor lleva quince amperios, los alambres son de calibre doce en lugar de calibre catorce lo cual es normal para un circuito de quince amperios. Fui a la ferretería y los devolví. Compré los de viente amperios y estuve sorprendido que estos costaron tres veces más que los otros. Infortunadamente, la ferretería tenía un tomacorriente menos de los que necesitaba. Los instalé sin otros problemas. Afortunadamente, ya tenía suficientes tapas marfiles. Unos días después, compré otro tomacorriente marfil que necesité y lo instalé.


Fui a otra ferretería para comprar la moldura y el tinte. La ferretería más cercana es pequeña y no tiene madera. Mi esposa puede teñir y pintar muy bien. Yo no lo puedo hacer bien. Cuando pinto, pongo más pintura en mi mismo y otras ubicaciones que en el objeto. Puedo estar de carpintero, plomero, electricista, y muchas otras cosas, pero no puedo estar de pintor. Mi esposa tiñó las piezas de moldura. Después de unos días, la moldura secó. Medí con cuidado y usé mi sierra de ingletes para cortar correctamente la moldura. Hubo veintiún uniones a inglete. Usé mi compresor y mi martillo neumático para clavarlas a las paredes. ¡Todo está bien y todavía tengo diez dedos!


Yo tuve unos días de paz. Mi esposa ha estado pensando sobre algunos cuadros y donde colgarlos. De nuevo, recibí tarea y una oportunidad de usar herramientas diferentes. Usé mi nivel de láser para colgar los cuadros en ubicaciones exactas así como mi esposa mandó. Han pasado unos días. Pienso que mi esposa está feliz. Es bueno, porque si la mujer no está feliz, nadie está feliz. Sin embargo, me gustaban los paneles de madera.


Tal vez, mi trabajo nunca va a terminar. Mi esposa ordenó del Internet persianas nuevas. Las instalé. Estoy esperando recibir mi próximo trabajo.

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